viernes, 20 de septiembre de 2019

La Acrópolis vigila la ciudad


La Acrópolis, la ciudad alta, vigila Atenas desde su atalaya privilegiada, una cima fortificada en la que se encontraban los templos, los monumentos y los espacios públicos de la ciudad en la época clásica. Su emplazamiento y su valor artístico e histórico hacen de la Acrópolis un lugar muy especial y constituye posiblemente la parte más atractiva de cualquier visita a la ciudad de Atenas.

Ya simplemente parándose a mirar la Acrópolis desde la distancia, uno adquiere consciencia del brutal impacto que durante siglos tuvo que suponer para la gente la visión de aquella cima fortificada tan extraordinaria, aquella "roca sagrada" llena de monumentos grandiosos, de estatuas gigantescas y de templos majestuosos para el culto de los dioses. Y sin apenas darse cuenta, uno se hace un poco partícipe de la historia, de los avatares allí vividos y de la intensidad que ha debido de tener ese espacio durante diferentes etapas a lo largo del tiempo. Y posiblemente esas sensaciones que desencadena son las que hacen auténtico el calificativo que se otorga a la Acrópolis de lugar mítico.


Debido a su marcado carácter estratégico estuvo ocupada en diferentes etapas por distintas civilizaciones y en la ciudadela defensiva se fueron asentando templos, lugares de culto, centros políticos y espacios públicos. En la época clásica el templo más imponente, su edificio más emblemático, el Partenón, estaba dedicado a la diosa Atenea. En el siglo VI la Acrópolis fue cristianizada y a partir de la mitad del siglo XVI islamizada. Además, tuvo usos militares durante las ocupaciones persas pero siempre mantuvo la misma importancia y su carácter especial de cima sagrada.

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