viernes, 4 de octubre de 2019

Olimpia, la cuna de los Juegos


Olimpia fue célebre desde la Antigüedad por haber sido aquí donde se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la historia. Los Juegos Olímpicos formaban parte de los Juegos Panhelénicos que tenían lugar en diferentes puntos de la Grecia Antigua (los otros eran los Juegos Píticos en Delfos, los Juegos Nemeos en Argos y los Juegos Ítsmicos en Corinto).

En la Antigua Grecia los Juegos eran algo más que un deporte o una competición. Había una componente cultural y religiosa importante. El culto al cuerpo, al espíritu y a los dioses eran algo esencial para los griegos. Algunas de las modalidades practicadas eran las carreras de carros, la lucha, el lanzamiento de jabalina o el lanzamiento de disco. En la mayoría de las competiciones los atletas eran hombres y participaban desnudos, por lo que el público era sólamente masculino.


Durante los Juegos estaban prohibidos todo tipo de combates en Grecia. Durante los Juegos se aparcaban las confrontaciones, se olvidaban las discrepancias y la tregua olímpica se asumía como algo necesario y obligatorio durante ese tiempo para permitir que los atletas pudiesen desplazarse con total seguridad desde sus respectivas polis hasta Olimpia. Y esa paz que reinaba durante los Juegos parece seguirse respirando todavía en Olimpia, en medio de una arboleda plagada de ruinas, que en su día fueron residencias de atletas, gimnasios y templos dedicados a los dioses.

En la actualidad, el fuego olímpico que preside cada Olimpiada se enciende en el Santuario de Olimpia cada cuatro años (se sigue haciendo utilizando los rayos del sol para encender la llama) y desde allí se traslada hasta la ciudad en la que se van a celebrar los Juegos Olímpicos ese año, después de pasearse por toda Grecia.

Columna dórica entre las ruinas del Templo de Zeus
De aquel extraordinario complejo de Olimpia, las ruinas del Templo de Zeus acaparan la atención por su significado. El templo alojaba una gigantesca estatua del dios Zeus, que fue una de las siete maravillas del mundo antiguo. No se conserva en pie prácticamente nada del monumento original pero en el museo de Olimpia se pueden ver las esculturas de los frontones del antiguo templo.




















Ruinas del templo de Hera



Otro de los lugares interesantes por ser el eje de las instalaciones de Olimpia, es el Estadio Olímpico, un gran recinto para el espectáculo, sin asientos, del que únicamente permanecen los restos del edificio en el que se ubicaban los jueces y la línea de llegada.


Y por su importancia hay que detenerse en el templo de Hera, ya que sigue formando parte de Juegos Olímpicos en la actualidad. Entre las columnas que permanecen en pie se lleva a cabo la ceremonia del acto simbólico que conlleva el  encendido del sagrado fuego olímpico. Unas sacerdotisas utilizan un espejo cóncavo para concentrar los rayos solares y poder encender así la llama olímpica que de mano en mano llegará hasta el pebetero del estadio olímpico que albergará los juegos.




miércoles, 2 de octubre de 2019

Museo de la Acrópolis






A los pies de la Acrópolis y a poca distancia se encuentra el Museo de la Acrópolis en el que, como apunta su nombre, se pueden apreciar gran parte de los restos que se han ido recuperando de la Acrópolis. No resulta exagerado suponer que las colecciones sobre el arte de la antigua Grecia que allí se encuentran son de las más valiosas del mundo. En sus tres plantas aloja auténticas joyas arqueológicas. Entre todas esas maravillas destacan especialmente el friso del Partenón y cinco de las Cariátides originales del Erecteión (la otra se encuentra en el British Museum, como sucede también con algunos  fragmentos del friso del Partenón).




En la entrada del museo se pueden apreciar las ruinas de la antigua ciudad que fueron descubiertas durante las obras de la estación de metro cercana, obras que parecieron eternizarse debido a la gran cantidad de vestigios arqueológicos que fueron surgiendo a medida que avanzaban las perforaciones: restos de templos, casas, baños públicos, talleres de cerámica, pozos, tumbas... 

Una parte de estos cuatro mil metros cuadrados de restos arqueológicos es visitable, pero otra ha sido estudiada y cubierta con una capa de tierra para preservarla y tal vez exponerla al público más adelante.



Ágora Antigua: el templo de Hefestos y la iglesia bizantina



En la antigua Grecia se llamaba ágora a un sitio cerrado que servía de centro de comercio, de espacio cultural y de lugar asambleario, en el que se desarrollaba de la vida social de los griegos. En su entorno se ubicaban los edificios privados y públicos más importantes. Poco a poco el ágora se convirtió en el origen de la poli, tanto por su carácter económico y comercial como religioso, porque también eran los lugares de culto y los centros de reunión de los ciudadanos para discutir sobre los problemas de la comunidad.

Stoa de Attalo
Templo de Hefestos

En Atenas hay dos Ágoras: el Ágora Antigua y el Ágora Romana. El Ágora Romana se encuentra en el barrio de Plaka, muy cerca de la plaza de Monastiraki, a poca distancia de la Biblioteca de Adriano. Fue construida bajo dominación romana y sustituyó al Ágora Antigua. En la actualidad quedan pocos elementos del recinto original. En el Ágora Antigua se concentraban la administración de la ciudad, la política, el comercio y buena parte de las actividades sociales. A pesar de que muchos de sus edificios fueron destruidos se conservan la Stoa de Attalo, un edificio de grandes dimensiones que hacía las veces de centro comercial (hoy alberga el Museo del Ágora y una sala de exposiciones) y el magnífico Hefestión, Templo de Hefestos y Atenea, uno de los mejor conservados de toda Grecia. Este templo situado en lo alto de una pequeña colina es una de las imágenes más fotogénicas de toda Atenas. Otra maravilla poco reconocida del Ágora Antigua es la bella iglesia bizantina de Agii Apóstoli (los Santos Apóstoles), con unos interesantes frescos en el interior.

Iglesia bizantina Agii Apostoli

martes, 1 de octubre de 2019

Patras y San Andrés

Patras es la tercera ciudad más poblada de Grecia y el mayor centro político, económico, administrativo y cultural de la península de Peloponeso, donde se emplaza. Se le conoce como la Puerta del Oeste de Grecia, debido a su importante puerto, que es un punto de enlace fundamental hacia Italia y el resto de Europa occidental. Su potencial estratégico se ha visto incrementado desde que, con motivo de los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, se inauguró el puente que une el norte del Peloponeso con el resto de Grecia.


Patras, además, tiene un poderoso significado para los cristianos, ya que en esta lugar es donde San Andrés fue martirizado hasta la muerte. En esta ciudad conviven en armonía tres religiones, la católica, la ortodoxa y la protestante.

La visita obligada es la catedral ortodoxa de San Andrés (el patrón de la iglesia ortodoxa), un centro de peregrinación para cristianos de todo el mundo, en el que se encuentran las reliquias del cuerpo del apóstol San Andrés y pequeñas porciones de la cruz en forma de X en la que fue martirizado. Un trozo del cráneo fue enviado a Patras desde la Basílica de San Pedro en Roma por orden del papa Pablo VI.



El Mercado Central de Atenas



Posiblemente los mercados sean los lugares donde mejor se capta la vida de las ciudades. En ellos se aprecian indicadores de la actualidad económica, cultural y social de una comunidad, en función de la variedad de productos que se ofertan, de la presentación que se hace de los mismos y de cómo se llevan a cabo las siempre delicadas operaciones de compraventa, a la vez que sirve como punto de encuentro con el vecindario, en el que se ponen en circulación las novedades, los cotilleos y las tendencias locales de última hora. En este sentido el mercado de Atenas mantiene su esencia y nos recuerda lo que eran nuestros mercados de toda la vida, antes de pasar por la reconversión a la que fueron sometidos para convertirse en “mercados gourmets”, pensando más en los visitantes que en los habitantes de la ciudad.



En Atenas los intercambios se realizaban de manera espontánea en las inmediaciones de la Acrópolis, hasta que a finales del siglo XIX se optó por la construcción de un edificio que sirviese de alojamiento para estas actividades. El Mercado Central de Atenas (Kentriki Ágora o Dimotriky) es un edificio de corte neoclásico, que se abre a la calle a través de grandes arcos y con un techo de vidrio. Aquí se venden diariamente productos de todo tipo, aunque quizás el protagonismo se lo llevan las carnes, especialmente el cordero, que se cuartea y secciona a la vista del público y en el momento, así como los pescados y mariscos, que reposan en camas de hielo y  son  rociados con agua cada poco tiempo para que mantengan el brillo y la frescura. El ambiente lo caldean las voces de los vendedores que airean a gritos la oferta del día en sus puestos. 

En las Termópilas en busca de la batalla

No se puede encontrar ya ese lugar estratégico en el que se libró la batalla de las Termópilas entre atenienses y espartanos por un lado y los persas de Jerjes I por el otro. Se sabe que fue un lugar entre las montañas y el mar, pero el mar se retiró de la zona ya hace mucho tiempo. En esencia esta batalla épica sirve como referencia para mostrar al mundo la valentía de un pueblo y como ejemplo de arrojo, de que la habilidad y la inteligencia pueden vencer a la fuerza bruta y también de la capacidad de superación cuando las circunstancias son adversas. Aquí, 7.000 hombres consiguieron durante siete días frenar el avance de un ejército de 250.000 y, según se cuenta, si no fuera por una traición podrían haberlos vencido.

En el lugar en el que se libró la batalla se ha erigido un monumento en honor a Leónidas, el rey espartano que bloqueó el camino y retuvo el avance del ejército persa situándose en ese paso estrecho que tenía que utilizar para apoderarse de Grecia. Una estatua de bronce representa al monarca espartano y debajo una leyenda: "Molon sabe" (Ven y tómalas), la famosa frase con la que Leónidas respondió a Jerjes cuando éste le pidió que entregase las armas.



lunes, 30 de septiembre de 2019

Los Ezvoni, guardias y modelos


En principio los ezvones o ezvoni (traducido viene a significar "los de la buena cintura") son soldados de un regimiento de élite de infantería ligera del ejército griego. Son miembros de la Guardia Presidencial griega, cuya actividad fundamental consiste en custodiar el Parlamento frente a la Tumba del Soldado Desconocido en la plaza Sintagma de Atenas y también hacn las guardias en el Palacio Presidencial. Aunque se trata de un cuerpo de élite, en el que para ser seleccionados es preciso tener ciertas características físicas, conseguir pasar una prueba dura y someterse posteriormente a un entrenamiento riguroso, sus labores son principalmente ceremoniales, izan y arrían bandera en la Acrópolis los domingos, hacen las guardias del Parlamento y el Palacio Presidencial, custodian al presidente en los viajes oficiales y acogen a las delegaciones de otros países.


Los ezvones se han convertido en una de las atracciones más populares de Atenas para los turistas. Su posición imperturbable en el puesto de guardia, siempre de pie, inmóviles y silenciosos, así como el ritual exagerado y un tanto antinatural de movimientos que realizan durante los cambios de guardia, captan la atención de mucha gente y se convierten en el objetivo preferente de las cámaras fotográficas para los visitantes. También llama poderosamente la atención su uniforme tradicional, con una fustanela, la falda con 400 pliegues, (uno por cada año que los otomanos ocuparon Grecia), chaleco, medias, zapatos grandes con pompones llamativos y fez rojo (vestigio de la época de ocupación turca).


domingo, 29 de septiembre de 2019

El Partenón, en lo más alto



Es verdad que muchas veces, cuando las expectativas son altas, cuando la ensoñación es excesiva, el momento de la verdad puede ser decepcionante, el objeto real de nuestros sueños puede no responder a los niveles de exigencia puestos en su imagen. Todo el mundo ha soñado con el Partenón, con sentirlo cerca, con abrazarlo, todo el mundo lo ha divinizado. A pesar de ello, cuando después de atravesar los Propileos nos plantamos por fin ante la gran obra de la arquitectura griega, a nadie decepciona la contemplación de este monumento que proclama a los cuatro vientos y desde lo más alto la grandeza de la polis ateniense a mediados del siglo V a.C. Aunque el lugar esté totalmente abarrotado de gente, aunque esté su portentosa figura parcialmente eclipsada por los andamios y por mucho que distorsionen su estampa las obras de reparación que se llevan a cabo desde hace 30 años, no hay más remedio que rendirse ante su presencia, extasiarse a la vista de su porte elegante, embelesarse con esas majestuosas columnas de más de 10 m de altura tan armónicamente dispuestas y quedar cautivado ante el magistral acabado de su proporciones.


Caminaba un día Pericles pensativo por la Acrópolis derruida, llena de escombros desde hacía años, hecha añicos, destrozada por Jerjes I. Se lamentaba para sus adentros del estado ruinoso en que el rey aqueménida había dejado la parte noble de la polis ateniense y en ese instante decidió que había que recuperarla haciendo un gran templo consagrado a la diosa de la ciudad. Atenea Partenos (Atenea la virgen), la diosa que compitiendo con Poseidón se convirtió en la deidad protectora de Atenas y dio nombre a la ciudad, también dio nombre al templo más emblemático de la arquitectura griega, el Partenón. Las obras de reconstrucción, supervisadas por Fidias, se terminaron hacia el año 432 a. C. El Partenón de la diosa Atenea tuvo diferentes usos tras la época griega y ha pasado por suertes diversas pero, pese a las agresiones sufridas, a los bombardeos, a los saqueos y a los abandonos, ha sobrevivido con orgullo y dignamente al paso de los siglos.

Templo de Atenea Niké


Lo primero que atravesamos para llegar al Partenón son los Propileos, las puertas monumentales de acceso al recinto. Se construyeron dentro del plan de remodelación de la Acrópolis pero debido a las guerra del Peloponeso, nunca fueron terminados. Según se asciende, a la derecha de los Propileos, se encuentra una pequeña gran joya de la Acrópolis, el templo de Atenea Niké, construido en honor a la diosa de la victoria para conmemorar el triunfo sobre los persas en la batalla de Salamina. En su interior había una imagen de la diosa alada, a la que le cortaron las alas para que nunca pudiera abandonar la ciudad y la defendiera eternamente.

Erecteion

Pórtico de las Cariátides

Otra gran maravilla de la Acrópolis, otro gran templo, es el Erecteion, muy cerca y al norte del Partenón. El templo del rey Erecteo, consagrado a Atenea y Poseidón, fue construido por orden de Pericles para albergar distintas reliquias. Lo más destacado del Erecteón es el famoso Pórtico de las Cariátides, con seis  estatuas de mujeres haciendo de columnas. Las cariátides que podemos ver en el templo son copias. Cinco de las originales pueden verse en el Museo de la Acrópolis. Pegado a una de las paredes del templo está el olivo sagrado que supuestamente Atenea le regaló a todos los atenienses tras su victoria sobre Poseidón. Dicho árbol fue destruido por los persas pero una vez que los persas fueron expulsados, el árbol volvió a florecer.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Kalambaka, a los pies




Kalambaka o Kalampaka (en su momento conocida como Stagoi) es una ciudad cuyo principal mérito consiste en ser la puerta de entrada al conjunto monástico de Meteora. El nombre de Kalambaka aparece tras la dominación turca. Es una pequeña localidad que se ha desarrollado en la margen izquierda del río Pineo y que vive casi exclusivamente del turismo que atrae Meteora. Las calles están plagadas de alojamientos hoteleros, restaurantes y tiendas de regalos. Desde la plaza se pueden apreciar perfectamente las espectaculares formaciones rocosas de Meteora y los monasterios en las cumbres. Un detalle curioso son las chimeneas de las casas, la mayor parte de las cuales rematadas en lo alto imitando los monasterios delas columnas rocosas de Meteora. Las únicas construcciones que presentan algo de encanto son las casas de la ciudad vieja, que se ubican prácticamente en la falda de la formación rocosa sobre la que se asientan los monasterios, con unos patios muy bien decorados.





A pesar de ser una localidad sin grandes encantos, en Kalambaka hay una iglesia bizantina muy interesante, además de la catedral. La Iglesia, dedicada a la Asunción de la Virgen es un monumento que parece haber sido construido durante la primera mitad del siglo XII, aunque algunos autores aseguran que podría ser del siglo VII, basándose fundamentalmente en el hecho de que el púlpito está situado en el centro de la nave principal. Es una iglesia digna de ser visitada. Tiene tres naves. En el centro de la principal se encuentra el majestuoso púlpito de mármol. Las paredes están profusamente decoradas con valiosos frescos de los siglos XII y XV, en muy buen estado de conservación. En cuanto a la catedral, moderna y muy remozada, no resulta especialmente atractiva exteriormente aunque evidencia una influencia bizantina y paleocristiana. Está dedicada a un santo local, el obispo Agios Vissarios.


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