lunes, 30 de septiembre de 2019

Los Ezvoni, guardias y modelos


En principio los ezvones o ezvoni (traducido viene a significar "los de la buena cintura") son soldados de un regimiento de élite de infantería ligera del ejército griego. Son miembros de la Guardia Presidencial griega, cuya actividad fundamental consiste en custodiar el Parlamento frente a la Tumba del Soldado Desconocido en la plaza Sintagma de Atenas y también hacn las guardias en el Palacio Presidencial. Aunque se trata de un cuerpo de élite, en el que para ser seleccionados es preciso tener ciertas características físicas, conseguir pasar una prueba dura y someterse posteriormente a un entrenamiento riguroso, sus labores son principalmente ceremoniales, izan y arrían bandera en la Acrópolis los domingos, hacen las guardias del Parlamento y el Palacio Presidencial, custodian al presidente en los viajes oficiales y acogen a las delegaciones de otros países.


Los ezvones se han convertido en una de las atracciones más populares de Atenas para los turistas. Su posición imperturbable en el puesto de guardia, siempre de pie, inmóviles y silenciosos, así como el ritual exagerado y un tanto antinatural de movimientos que realizan durante los cambios de guardia, captan la atención de mucha gente y se convierten en el objetivo preferente de las cámaras fotográficas para los visitantes. También llama poderosamente la atención su uniforme tradicional, con una fustanela, la falda con 400 pliegues, (uno por cada año que los otomanos ocuparon Grecia), chaleco, medias, zapatos grandes con pompones llamativos y fez rojo (vestigio de la época de ocupación turca).


domingo, 29 de septiembre de 2019

El Partenón, en lo más alto



Es verdad que muchas veces, cuando las expectativas son altas, cuando la ensoñación es excesiva, el momento de la verdad puede ser decepcionante, el objeto real de nuestros sueños puede no responder a los niveles de exigencia puestos en su imagen. Todo el mundo ha soñado con el Partenón, con sentirlo cerca, con abrazarlo, todo el mundo lo ha divinizado. A pesar de ello, cuando después de atravesar los Propileos nos plantamos por fin ante la gran obra de la arquitectura griega, a nadie decepciona la contemplación de este monumento que proclama a los cuatro vientos y desde lo más alto la grandeza de la polis ateniense a mediados del siglo V a.C. Aunque el lugar esté totalmente abarrotado de gente, aunque esté su portentosa figura parcialmente eclipsada por los andamios y por mucho que distorsionen su estampa las obras de reparación que se llevan a cabo desde hace 30 años, no hay más remedio que rendirse ante su presencia, extasiarse a la vista de su porte elegante, embelesarse con esas majestuosas columnas de más de 10 m de altura tan armónicamente dispuestas y quedar cautivado ante el magistral acabado de su proporciones.


Caminaba un día Pericles pensativo por la Acrópolis derruida, llena de escombros desde hacía años, hecha añicos, destrozada por Jerjes I. Se lamentaba para sus adentros del estado ruinoso en que el rey aqueménida había dejado la parte noble de la polis ateniense y en ese instante decidió que había que recuperarla haciendo un gran templo consagrado a la diosa de la ciudad. Atenea Partenos (Atenea la virgen), la diosa que compitiendo con Poseidón se convirtió en la deidad protectora de Atenas y dio nombre a la ciudad, también dio nombre al templo más emblemático de la arquitectura griega, el Partenón. Las obras de reconstrucción, supervisadas por Fidias, se terminaron hacia el año 432 a. C. El Partenón de la diosa Atenea tuvo diferentes usos tras la época griega y ha pasado por suertes diversas pero, pese a las agresiones sufridas, a los bombardeos, a los saqueos y a los abandonos, ha sobrevivido con orgullo y dignamente al paso de los siglos.

Templo de Atenea Niké


Lo primero que atravesamos para llegar al Partenón son los Propileos, las puertas monumentales de acceso al recinto. Se construyeron dentro del plan de remodelación de la Acrópolis pero debido a las guerra del Peloponeso, nunca fueron terminados. Según se asciende, a la derecha de los Propileos, se encuentra una pequeña gran joya de la Acrópolis, el templo de Atenea Niké, construido en honor a la diosa de la victoria para conmemorar el triunfo sobre los persas en la batalla de Salamina. En su interior había una imagen de la diosa alada, a la que le cortaron las alas para que nunca pudiera abandonar la ciudad y la defendiera eternamente.

Erecteion

Pórtico de las Cariátides

Otra gran maravilla de la Acrópolis, otro gran templo, es el Erecteion, muy cerca y al norte del Partenón. El templo del rey Erecteo, consagrado a Atenea y Poseidón, fue construido por orden de Pericles para albergar distintas reliquias. Lo más destacado del Erecteón es el famoso Pórtico de las Cariátides, con seis  estatuas de mujeres haciendo de columnas. Las cariátides que podemos ver en el templo son copias. Cinco de las originales pueden verse en el Museo de la Acrópolis. Pegado a una de las paredes del templo está el olivo sagrado que supuestamente Atenea le regaló a todos los atenienses tras su victoria sobre Poseidón. Dicho árbol fue destruido por los persas pero una vez que los persas fueron expulsados, el árbol volvió a florecer.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Kalambaka, a los pies




Kalambaka o Kalampaka (en su momento conocida como Stagoi) es una ciudad cuyo principal mérito consiste en ser la puerta de entrada al conjunto monástico de Meteora. El nombre de Kalambaka aparece tras la dominación turca. Es una pequeña localidad que se ha desarrollado en la margen izquierda del río Pineo y que vive casi exclusivamente del turismo que atrae Meteora. Las calles están plagadas de alojamientos hoteleros, restaurantes y tiendas de regalos. Desde la plaza se pueden apreciar perfectamente las espectaculares formaciones rocosas de Meteora y los monasterios en las cumbres. Un detalle curioso son las chimeneas de las casas, la mayor parte de las cuales rematadas en lo alto imitando los monasterios delas columnas rocosas de Meteora. Las únicas construcciones que presentan algo de encanto son las casas de la ciudad vieja, que se ubican prácticamente en la falda de la formación rocosa sobre la que se asientan los monasterios, con unos patios muy bien decorados.





A pesar de ser una localidad sin grandes encantos, en Kalambaka hay una iglesia bizantina muy interesante, además de la catedral. La Iglesia, dedicada a la Asunción de la Virgen es un monumento que parece haber sido construido durante la primera mitad del siglo XII, aunque algunos autores aseguran que podría ser del siglo VII, basándose fundamentalmente en el hecho de que el púlpito está situado en el centro de la nave principal. Es una iglesia digna de ser visitada. Tiene tres naves. En el centro de la principal se encuentra el majestuoso púlpito de mármol. Las paredes están profusamente decoradas con valiosos frescos de los siglos XII y XV, en muy buen estado de conservación. En cuanto a la catedral, moderna y muy remozada, no resulta especialmente atractiva exteriormente aunque evidencia una influencia bizantina y paleocristiana. Está dedicada a un santo local, el obispo Agios Vissarios.


La megalítica Micenas


Llama la atención poderosamente esta ciudad fortificada de Micenas. En primer lugar por su aspecto, por esa estructura de fortaleza megalítica que siempre impone por su rotundidad y en segundo por corresponder a una civilización muy anterior a la llamada Grecia clásica. La micénica es una cultura todavía hoy poco conocida, que se desarrolla entre el siglo XVII y el XII a.C. (el Partenon se construye en el siglo V a.C.) Habían construido grandes fortalezas y desarrollado su propia escritura pero, sin que sepamos aún porqué, la civilización micénica entró en declive y desapareció de repente, quedando sus ciudades y sus templos abandonados. Se especula con revueltas internas, invasiones de otros pueblos y terremotos.


Del aspecto de las murallas que circundan este yacimiento arqueológico resaltan, ya desde la distancia, los gigantescos bloques de piedra. Al hablar de estas murallas se suele utilizar el calificativo de ciclópeas ya que, por el gran tamaño de las piedras utilizadas, parece realmente que fueran construidas por cíclopes (esos seres gigantescos de la mitología griega con un solo ojo en medio de la frente). Básicamente es una construcción con grandes piedras a modo de sillares que no se utiliza cemento ni argamasa de ninguna clase.





Nada más comenzar a ascender la colina de la ciudadela nos encontramos con uno de los elementos singulares y más famosos de Micenas, la Puerta de las Leonas, llamada así por las figuras de dos leonas esculpidas sobre la misma. Al traspasarla, aparecen a la derecha unos enigmáticos fosos circulares que eran en realidad tumbas reales, donde estaban enterrados los mandatarios importantes de la ciudad. Posteriormente los micénicos sustituyeron estas tumbas de dentro de la ciudad por grandes sepulturas subterráneas abovedadas llamadas tholos, que construyeron en las afueras y de las cuales se conservan nueve en los alrededores. Una de ellas es la denominada el Tesoro de Atreo, en memoria del padre de Agamenón, una tumba que por su forma y su aspecto majestuoso está considerada como uno de los monumentos más impresionantes que sobreviven del período micénico. También es conocida como la Tumba de Agamenón porque durante mucho tiempo se supuso que era éste el que estaba allí enterrado. En su día se descubrieron en el interior de la cámara mortuoria máscaras de oro, entre otras la que se supone fue del rey Agamenón.




Plaza Monastiraki


La más conocida de Atenas, la que se lleva la corona de olivo, es la plaza Syntagma. Tiene méritos sobrados, pero esta plaza Monastiraki, más pequeña, menos vistosa, menos espectacular,  es un punto estratégico para iniciar cualquier visita turística por Atenas y uno de los rincones bonitos y más populares de la ciudad. Hay que disfrutarla sin prisas. Se encuentra fácilmente. El barrio de Monastiraki está situado en la base de la colina donde se asienta la Acrópolis. La zona está plagada de restaurantes y cafés y tiene unas callejuelas y un  mercadillo que vale la pena explorar. Su situación es estupenda para visitar el Ágora Antigua, la Biblioteca de Adriano y el Ágora Romana. También está conectada con la calle Ermou, la mayor calle comercial de Atenas, que arranca en la plaza de Syntagma, frente al Parlamento. Además, Monastiraki es la principal entrada al bullicioso barrio de Plaka y está pegada al Psiri, un barrio con mucha vitalidad y una vida nocturna interesante, al que se suele acudir para cenar oyendo música o tomarse una copa.

En la plaza tiene una presencia importante, enfrente de la estación de metro, una antigua mezquita otomana que hoy alberga un anexo del Museo de Arte Popular Griego. Se llama mezquita Tzistarakis, porque éste era el nombre del entonces gobernador turco de Atenas que la construyó y se dice que  está maldita porque para levantarla se usaron partes de edificios antiguos de de la ciudad y, en concreto, piedra de una de las columnas del Templo de Zeus Olímpico. La destrucción de la columna para utilizarla en la mezquita se consideró un sacrilegio que traería desgracias al pueblo. Como quiera que se desató entonces una plaga, los atenienses culparon al gobernador, que finalmente fue envenenado.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Meteora, visita a los monasterios imposibles

Monaterio de Roussanou
Está claro que vivir aquí tiene que ser vivir en otro mundo. De lo veinticuatro monasterios que hubo en su día subsisten y son visitables seis: Gran Meteoro, Santísima Trinidad, Varlam, Roussanou, San Esteban y San Nicolás. Todos están en la cima de riscos escarpados y resulta difícilmente imaginable la cantidad de maravillas que han tenido que hacerse para construir esos edificios en estos lugares prácticamente imposibles. Hoy se han habilitado accesos para poder acoger a los visitantes que acuden a conocer este lugares increíbles pero, durante lustros, personas y mercancías han tenido que subir izados por cuerdas y poleas, por medio de escalas manuales o por un precario ascensor que colgaba de alguno de los salientes de los edificios.

Al entrar en el de Roussanou, tras subir unos 140 escalones y atravesar dos puentes de piedra, uno tiene la sensación de entrar en un lugar especial, de introducirse en un remanso de paz y de poder disfrutar de unas vistas realmente espectaculares, aunque realmente las vistas son únicas desde cualquiera de los monasterios o desde cualquiera de las cimas rocosas del entorno. No cabe duda de que es un espacio ideal para el recogimiento y la meditación. Éste de Roussanou está ocupado en la actualidad por 13 monjas.

Monasterio de San Esteban

Las sensaciones que se perciben en Meteora son muy personales y diferentes para cada visitante pero es un lugar que sorprende y encanta, no deja a nadie decepcionado ni indiferente. Hasta aquí llegan fieles en peregrinación, amantes de la naturaleza, potenciales eremitas, ojeadores fotográficos, parejas de enamorados o gente de cualquier condición dispuesta a sorprenderse con estas arquitecturas imposibles. No se imaginaban los monjes de antaño el abarrote al que iban a estar sometidos sus lugares de recogimiento. El otro monasterio ocupado por monjas es el de San Esteban (en los demás viven monjes). Fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial y abandonado hasta 1961, que se volvió a ocupar por esta congregación religiosa. Es un edificio grande, robusto, sólido, al que ahora se accede fácilmente a través de un puente. En el interior se disfruta, entre otras cosas, de unas vistas estupendas al valle y de unos frescos preciosos que relatan el maltrato sufrido por los griegos durante la ocupación otomana.


jueves, 26 de septiembre de 2019

Plaza Syntagma


En pleno corazón de Atenas se encuentra esta plaza tan espectacular, tan histórica y tan querida por los atenienses. Se trata de una plaza de grandes dimensiones presidida por un edificio sobrio, con un diseño poco ornamental, escueto, sencillo, rectilíneo, que hoy es la sede del Parlamento Nacional. En su día, en la primera mitad del siglo XIX, se construyó para albergar la residencia del primer monarca de Grecia, el rey Otón.


Delante del Parlamento se encuentra la Tumba del Soldado Desconocido, un monumento funerario erigido en memoria de los que murieron defendiendo su patria en las diferentes guerras. Como en otras ciudades, el lugar está permanentemente custodiado por la Guardia Real (en este caso los llamados Ezvoni), ataviada con el llamativo y muy pintoresco traje oficial (llaman especialmente la atención los ruidosos zapatones con pompones, los sarouchi, y la falda plisada que utilizan, conocida como foustanela). El relevo de la guardia se realiza cada hora, con un despliegue marcial que  constituye un espectáculo muy vistoso en sí mismo, cuya puesta en escena atrae a gran número de turistas al que también gustan de asistir los atenienses. 


La plaza es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad y en ella se celebran todos los acontecimientos importantes atenienses, las manifestaciones populares, el comienzo del año y los grandes conciertos. En uno de sus laterales, el hotel lujoso de mediados del siglo XIX que utiliza la gente famosa, autoridades y visitantes ilustres, el Hotel Grande Bretagne.

Syntagma es un paso obligado para acceder a muchos puntos de interés de Atenas, se encuentra al lado del popular barrio de Plaka y justo en el lado opuesto al Parlamento arranca la calle Ermou, una de las principales arterias comerciales de la capital.

El puente soñado





El sueño nacional de los griegos, el anhelo por el que llevaban siglos suspirando, se hizo realidad un día de agosto de 2004. Por fin un puente unía la parte norte del Peloponeso con el resto de Grecia, por fin se podía llegar hasta Patras sin bajarse del coche y sin coger el transbordador. 

Este regalo de los dioses (y de la hucha europea) es el puente que une las localidades de Río y Antirio, un puente espectacular que salva 2.500 metros de un plumazo, una obra de ingeniería del más alto nivel, que tuvo que superar dificultades técnicas importantes para poder ver la luz, ya que se trata de una zona con una fuerte actividad sísmica y el fondo marino sobre el que se sustenta es inestable. Está formado por cinco tramos y el tablero continuo de 2.250 m lo convierten en el puente atirantado más largo del mundo.

En cualquier caso, además del gran acercamiento y del ahorro de tiempo que supone en los desplazamientos, el nuevo puente es de una belleza llamativa, espectacular, atravesarlo es presenciar en directo un festival de líneas magistrales confluyentes, es pasear en coche por un dibujo sencillo de formas atrevidas, un rato para disfrutar de ese armónico acoplamiento que la ciencia y la naturaleza nos regalan de vez en cuando y paladear de cerca un contraste atrevido de colores impregnado con sabores de mar. Una maravilla.


Corinto, la brecha que une mares

Aunque ahora ya existe un puente gigantesco al norte del Peloponeso que une Río con Antirio, dos poblaciones vecinas (apenas seis km las separan), hasta su apertura en el año 2004 la única conexión era a través del istmo de Corinto, es decir 300 kilómetros y 4 horas de viaje. A finales del siglo XIX los griegos decidieron meterle un gran tajo a la tierra, hacer una hendidura gigante para que las aguas del mar Egeo se pudieran unir a las del Jónico y que los barcos se ahorrasen los cuatrocientos kilómetros que hay que hacer para dar toda la vuelta a la península de Peloponeso. Llevaban tiempo preparándolo. Esta dentellada salvaje que se le hizo al istmo es el llamado canal de Corinto, un navajazo brutal de seis kilómetros de largo, una brecha faraónica que convirtió definitivamente una península en una isla, al quitarle al Peloponeso su unión por tierra con el resto de Grecia. Esta gran obra hoy ha perdido buena parte de su sentido original porque tiene poca anchura y un calado escaso, por lo que buena parte de los grandes buques actuales no pueden navegar por él para atravesar de un mar a otro.

Los romanos ya habían tenido la idea muchos años antes, pero no consiguieron llevarla a cabo. Terminaron haciendo un camino por tierra, una vía que unía los dos mares. Aunque eran pocos kilómetros se convertía en un trabajo laborioso porque había que sacar los barcos del mar y, con la ayuda de animales, desplazarlos hasta llegar a la otra esquina en el mar vecino. No fue hasta el siglo XIX cuando el canal se hizo realidad. Hoy se puede apreciar el tremendo tajo cruzando uno de los puentes a través de una pasarela peatonal  cerca de la autopista. Y la verdad es que impresiona esa profundísima brecha de 20 metros en medio de la tierra, por la que siguen navegando pequeñas embarcaciones entre el Egeo y el Jónico. 

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Asclepio y un teatro de impacto en Epidauro


Una auténtica sorpresa este Teatro de Epidauro, situado en el complejo arqueológico del Santuario de Asclepio, dedicado al dios de la medicina y declarado Patrimonio de la Humanidad en 1988. Es realmente grandioso, se conserva en muy buen estado, está perfectamente encajado en la ladera de una montaña y tiene una acústica impresionante que todavía hoy se sigue estudiando. Los constructores griegos aplicaron toda su sabiduría para lograr una acústica perfecta. Los visitantes comprueban con sorpresa que lo que habla una persona desde el escenario con un tono de voz moderado se puede oír con total nitidez desde cualquiera de los doce mil asientos que en 50 filas y en dos niveles, componen el teatro.


Epidauro era una de las ciudades-estado mas influyentes del Peloponeso y fiel aliada de Esparta en muchas guerras. Tanto antiguamente como hoy en día Epidauro es conocida sobre todo por su teatro y por su Santuario de Asclepio. La construcción del teatro es de mediados del siglo IV antes de Cristo (hace 25 siglos) y era uno de los principales escenarios de las Asclepeia, los juegos panhelénicos que tenían lugar cada cuatro años en Epidauro y que incluían deportes, actos sociales, música y representaciones dramáticas. El Teatro de Epidauro sigue activo hoy en día y durante el verano se llevan a cabo todas las semanas diferentes espectáculos de música, danza y teatro.

Asclepio y el museo de Epidauro  



El pequeño Museo de Epidauro se encuentra frente al teatro y en él se almacenan un tanto amontonadas piezas recuperadas en el lugar durante las excavaciones. Aunque algunas de las obras son réplicas de los originales que se guardan en el Museo Arqueológico de Atenas, merece la pena admirar las reconstrucciones de algunas secciones de los templos, los utensilios médicos en bronce que se utilizaban, un gran fragmento del propileo del templo, los capiteles, la estatua de Asclepio, las ofrendas votivas y los altares. 

El lugar se convirtió en la época en un gran hospital. Tenía mucha fama y a él acudían gentes de toda Grecia en peregrinación para curar sus enfermedades. Los pacientes dormían la primera noche en una gran sala, donde el dios de la medicina, Asclepio, les hablaba en sueños de sus males y de lo que tenían que hacer para superar la enfermedad. Después   los sacerdotes traducían estos sueños a recetas y les aplicaban el correspondiente tratamiento para que pudieran curarse.

Entradas populares