miércoles, 25 de septiembre de 2019

Delfos, el ombligo del mundo

El omphalos
Delfos en su momento era algo así como el Vaticano, la Meca, Benarés o el Tibet, el centro, el objetivo, el eje en torno al cual se mueve el mundo. Cuenta la mitología que Zeus, el padre de los dioses, quiso verificar este hecho científicamente y para ello echó dos águilas a volar, la una desde el punto más extremo por el Oriente y la otra desde el más lejano del Poniente. Cuando las dos águilas se encontraron descendieron y se posaron en una roca del lugar. Aquel lugar era Delfos y la piedra que las águilas eligieron para corroborar el convencimiento de Zeus se encuentra en el Museo allí instalado. Es admirada y conocida con el nombre de omphalos, que significa ombligo. Delfos había quedado así convertida oficialmente en el ombligo del mundo. Durante mucho tiempo todos los caminos condujeron a Delfos. 

El templo de Apolo
Las gentes acudían en masa al oráculo. El oráculo venía a ser algo así como el despacho de los dioses, el lugar al que acercarse para hacerles alguna consulta, en busca de solución a un problema o de respuesta a alguna duda inquietante. Éste de Delfos era el que se utilizaba para dirigirse al dios Delfino (de ahí su nombre). Está situado junto al monte Parnaso y originariamente se conocía por Oráculo de Pito, el nombre que tenía entonces la actual villa de Delfos. Aquí, a lo largo de un milenio, desde todos los lugares y de toda condición (gobernantes, militares, poderosos y gentes comunes), acudían gentes a pedir consejo para aliviar sus angustias, para pedir aprobación o para aclarar sus dudas. Las respuestas, no siempre fáciles de interpretar, se hacían llegar a cada uno a través de la sacerdotisa de Apolo, Sibila. De la ambigüedad inquietante de las respuestas ha nacido la palabra sibilino, que utilizamos en castellano para significara alguien que no es del todo transparente, que no habla claro o cuyo mensaje retorcido es de discutible interpretación.

El monte Parnaso frente al teatro y el templo de Apolo
El Tesoro de Atenas
Desde la entrada asciende una calzada en pendiente pronunciada llamada Vía Sagrada, a lo largo de la cual se iban colocando los "tesoros", donaciones en forma de pequeños templos que los ciudadanos o las polis ofrecían para que las respuestas del oráculo fuesen favorables a sus intereses. La vía llegaba hasta el templo de Apolo y hasta el teatro en el que se hacían las representaciones en su honor, los oficios religiosos y en el que eran honrados con la corona de olivo los campeones de las competiciones. En la parte más alta de la vía Sacra se encontraba el Estadio en el que se celebraban los Juegos Píticos, el gimnasio y las residencias de los atletas (la villa olímpica).

El teatro
El estadio Pítico


Un museo de gran interés


Los gemelos
La esfinge
En las inmediaciones se encuentra un muy interesante museo con alguna de las esculturas más bellas de la Antigüedad Griega y Romana. Además del famoso "ombligo", son especialmente admiradas las esculturas de la Esfinge Naxos o de los Gemelos Cleobis y Bitón, así como el maravilloso Auriga, una escultura en bronce de un vencedor en una carrera de carros, sin olvidar la estatua de Antinoo, el joven amante del emperador romano Adriano.

El auriga
El joven Antinoo


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